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PostHeaderIcon Qué placa base elegir: Guía de compras para Intel y AMD


 Elegir la placa base que utilizarás para montar tu nuevo PC es, sin duda, una de las decisiones que más dudas plantea entre los usuarios, y es perfectamente normal ya que, en los últimos dos años, se ha producido un salto importante en términos de calidad dentro de la gama baja y de la gama media, lo que ha hecho que, en la mayoría de los casos, los modelos de gama alta hayan perdido buena parte de su sentido, y que ya no resulte interesante invertir tanto dinero en este componente.




Antes de continuar quiero matizar mi afirmación para evitar malentendidos. No quiero decir que no merezca la pena hacer una buena inversión en la placa base de nuestro PC, todo lo contrario, esta pieza es muy importante, ya que no solo determinará la vida útil de nuestro equipo y sus posibilidades de expansión, sino que además puede afectar al rendimiento del mismo. Lo que quiero decir es que muchos modelos de gama media ofrecen unas prestaciones muy parecidas a las de un modelo de gama alta, pero cuestan hasta un 50% menos, lo que los convierte en una inversión mucho más atractiva.

Para un usuario normal, comprar una placa base de gama media será una decisión acertada en la inmensa mayoría de los casos, y más ahora que las tecnologías que antes marcaban una diferencia importante en la gama alta, como las configuraciones multiGPU SLI de NVIDIA y CrossFire de AMD, han caído en desuso.

No obstante, también hay un espacio importante para las placas base de gama baja, ya que con ellas podemos montar configuraciones muy potentes y con un valor muy atractivo, manteniendo un coste global muy bajo. Por ejemplo, unir una placa base de unos 60-70 euros y un procesador Intel Core i5-10400F, que al momento de escribir esta guía costaba 104,99 euros, nos dejaría una configuración base potente con 6 núcleos y 12 hilos que, acompañada de 16 GB de RAM y una tarjeta gráfica de gama media, podría mover cualquier juego actual de forma totalmente fluida.

La importancia de elegir bien la placa base: Conflictos, limitaciones y cuellos de botella

Hoy en día podemos encontrar una enorme variedad de placas base. Cada fabricante puede optar entre los chipsets que ofrecen AMD e Intel, los dos gigantes del sector de los procesadores x86 de consumo general. Sin embargo, partiendo de esa base que le da cada chip concreto, pueden integrar diferentes configuraciones, utilizar diseños dispares e integrar componentes de menor o mayor calidad.

Todo eso es importante, ya que hace que podamos encontrar, por ejemplo, placas con un chipset de gama media como el B650 que, por calidad, diseño y prestaciones, están más cerca de la gama alta que de la gama media, y a la inversa, es decir, también hay placas base con el chipset de gama alta X670 que ofrecen un diseño y una calidad de construcción más modestos y menos propios de la gama alta.

Lo que acabamos de explicar complica, aún más, la elección de una placa base, ya que los modelos que deberían ser de gama alta, al menos si nos dejamos llevar por el chipset que utilizan, pueden acabar en una posición claramente inferior, y con los modelos que deberían ser inferiores debido al chipset que utilizan puede ocurrir precisamente todo lo contrario.

Bien, ¿y por qué es tan importante elegir bien la placa base de nuestro nuevo equipo? No es difícil de explicar, porque esto podría limitar el rendimiento de todos o de una parte de los componentes del equipo, y también podría imponer limitaciones importantes en términos de conectividad y de ampliación, limitar la vida útil del PC, generar conflictos y dar pie a cuellos de botella.

  • ¿Cómo limita una placa base el rendimiento de un PC? Pues puede hacerlo de muchas formas, las más frecuentes son: VRM incapaz de aguantar el procesador que queremos utilizar y un chipset no compatible con overclock que nos impide aprovechar una CPU con multiplicador desbloqueado.
  • ¿Cómo puede limitar la vida útil de un PC? Es también muy fácil de entender, a través de un soporte muy reducido de procesadores y de otros componentes, e integrando tecnologías y conectores obsoletos. Piensa, por ejemplo, en una placa base que solo soporte procesadores de gama baja, esto nos dará problemas si queremos ampliar el equipo a corto, medio o largo plazo.
  • ¿Cómo puede generar conflictos? Hay  muchos ejemplos, desde el clásico de comprar una placa base demasiado grande para la torre donde queremos montarla hasta el error garrafal de adquirir un modelo que no tiene el socket que necesitamos.
  • ¿Cómo puede dar pie la placa base a cuellos de botella? Los cuellos de botella se producen cuando utilizamos componentes compatibles, pero la placa base les impide desarrollar todo su potencial. Así, por ejemplo, montar una tarjeta gráfica como la Radeon RX 6600 XT, que utiliza la interfaz PCIE Gen4 x8, en una placa base limitada a PCIE Gen3 produciría un cuello de botella, y también tendríamos un cuello de botella con una placa base limitada a procesadores de gama baja, que son insuficientes para mover de forma óptima tarjetas gráficas muy potentes, como una GeForce RTX 4090, por ejemplo.

¿Qué cosas debo tener claras a la hora de elegir una placa base?

Como anticipamos, a la hora de elegir una placa base debes tener en cuenta diversos aspectos si quieres hacer una compra acertada y reducir, al máximo, todos los problemas que hemos visto en el apartado anterior.

Para ayudaros a construir ese punto de partida tan importante a la hora de comprar una nueva placa base, hemos seleccionado las claves más relevantes que debéis tener en cuenta, y que os ayudarán a hacer una buena compra.

Es importante recordar que el mercado de las placas base cambia con cierta frecuencia y que, en este sentido, puede que lo que ayer fue una compra acertada se acabe viendo eclipsada por una nueva placa base que llegó poco después de hacer dicha compra. Es ley de vida, y es una constante en el sector tecnológico, así que tranquilos, contra esto no podemos hacer nada, solo esperar al mejor momento para comprar.

Sin más preámbulos, vamos a ver todo lo que debemos tener en cuenta antes de comprar nuestra nueva placa base.

Factor de forma: El tamaño importa


Y mucho. Si compras una placa base muy grande, no entrará en tu torre, y si compras una placa base muy pequeña quedará muy mal en un chasis enorme.

Por suerte, no es una decisión complicada. Mira, antes de nada, los formatos que admite el chasis de tu PC, y con ese dato en mente elige el formato que mejor se adapte a tu gusto, y a tus necesidades. Estos son los tres formatos más utilizados:

  • ATX: es el tamaño que se considera como estándar en el mercado de consumo general y se mantiene como el más popular. Tiene unas medidas de 305 x 244 mm.
  • Micro-ATX: su popularidad ha crecido de forma sustancial, ya que permite montar equipos compactos pero potentes. Tiene unas medidas de 244 x 244 mm.
  • Mini-ITX: permite montar equipos muy pequeños sin tener que renunciar por ello a un buen nivel de prestaciones. Tiene unas medidas de 170 x 170 mm.

El socket y el chipset de la placa

Determinará qué tipo de procesadores podremos utilizar. Es muy importante, porque si compramos una placa base con el socket equivocado, no podremos utilizar el procesador que habíamos escogido.

Las placas base con socket LGA, en sus diferentes versiones, soportan CPUs Intel, mientras que las placas base con socket AM4 (PGA) soportan procesadores y APUs AMD. Ya sabemos que con la llegada de Zen 4 en AMD dieron el salto al socket LGA. El chipset también es muy importante, tanto que le vamos a dedicar un apartado independiente. 

Memoria RAM: Cantidad, frecuencia y ranuras

Una buena placa base debe contar con un soporte de, al menos, 64 GB de RAM, y es recomendable buscar modelos con cuatro ranuras de memoria, ya que nos permitirá montar configuraciones distintas disfrutando de una mayor versatilidad, y facilitará futuras ampliaciones.

La velocidad y la memoria soportadas también son importantes. Para un PC gaming, por ejemplo, deberíamos buscar placas base que admitan sin problema memorias DDR4 a 3.200 MT/s, como mínimo, y si utilizamos DDR5 lo ideal es llegar a los 6.000 MT/s tanto en el caso de procesadores Intel como de AMD.

Los conectores, las ranuras y los estándares compatibles

Son importantes porque determinan las unidades de almacenamiento (SATA III, M.2, étc) y los accesorios que podremos utilizar. Así, por ejemplo, si queremos montar una unidad SSD M.2 PCIe y elegimos una placa base sin dicho conector tendremos un problema, ya que no podríamos instalarlo.

La cantidad de ranuras PCIE disponibles, así como el tipo y la velocidad de las mismas, son importantes porque pueden generar cuellos de botella. Ya lo hemos comentado anteriormente al hablar de la Radeon RX 6600 XT, que pierde rendimiento cuando se utiliza en una ranura PCIE Gen3 porque está limitada a 8 líneas.

Calidad general de la placa

Y en este sentido nos referimos a tres puntos importantes:

  • El VRM, que es fundamental cuando vamos a utilizar procesadores muy potentes. Una placa base con un VRM de baja calidad podría no ser compatible con los chips de mayor rendimiento de Intel y AMD, o también puede que los mueva durante un tiempo, pero que al final acabe dando problemas graves.
  • La refrigeración de componentes clave, como el VRM y el chipset. Sin una refrigeración adecuada, podríamos tener problemas de temperatura que afecten al rendimiento, la estabilidad y la vida útil del sistema.
  • Los materiales utilizados en la construcción de la propia placa que puedan marcar una diferencia en términos de vida útil, de rendimiento, de fiabilidad y de estabilidad.

Funciones avanzadas y características de valor añadido

Este apartado actúa un poco como «cajón de sastre». En él podemos incluir cosas como el uso de una BIOS dual, que añade una capa extra de seguridad, el soporte de overclock, ya sea en sentido amplio (CPU y memoria) o de forma limitada (solo la memoria RAM), y otras características interesantes como:
  • Sonido integrado de calidad.
  • Conectividad inalámbrica integrada.
  • Soluciones de red de alto rendimiento.

Placa base y chipset: Una pieza fundamental

El chipset es una especie de centro de control que está presente en cualquier placa base, y que se encarga de tareas tan importantes como la gestión y la coordinación de los flujos de trabajo y de información que se establecen, en general, entre todos los componentes montados sobre la placa base, incluyendo los conectores USB, PCIe, SATA y M.2.

Existen diferentes tipos de chipsets, y cada uno de ellos no solo determina la compatibilidad de la placa base con determinados procesadores, sino que también fijan ciertas funciones y características que no están presentes en otros chipsets. Así, por ejemplo, los procesadores Intel Skylake utilizan el socket LGA1151, el mismo socket que los procesadores Intel Kaby Lake. En ambos casos, son compatibles con los chipsets serie 100 y 200.

Sin embargo, los procesadores Coffee Lake y Coffee Lake Refresh no son compatibles con dichos chipsets, a pesar de que mantienen el socket LGA 1151. Ambas requieren un chipset de la serie 300. Con la llegada de Comet Lake-S, Intel dio el salto al socket LGA 1200, e introdujo los chipsets serie 500. Ambos dan soporte también a los procesadores Rocket Lake-S.

Con la llegada de los Core Gen 12 (Alder Lake-S) Intel introdujo el socket LGA1700, que ha sido utilizado también por los Core Gen 13 (Raptor Lake-S) y Core Gen 14 (Raptor Lake-S Refresh). Es compatible, por tanto, con esas tres generaciones de procesadores.

Aunque algunas generaciones de procesadores asociados a determinados chipsets ya han sido descatalogados todavía podemos encontrar una gran variedad de placas base que utilizan versiones que podemos considerar como «antiguas». Por ejemplo, los procesadores basados en la arquitectura Skylake (Core 6000) necesitan una placa base con chipset serie 100 o serie 200, y lo mismo ocurre con los procesadores Kaby Lake (Core 7000). Podéis ampliar los cuadros haciendo clic en ellos.

Lo último de Intel es el socket LGA1851, utilizado por los procesadores Intel Core Ultra 200S, también conocidos como Arrow Lake-S. Este socket no es compatible ni física ni electrónicamente con el LGA1700, y ha venido acompañado de un nuevo chipset, el Z890, que mantiene muchas de las claves más importantes que vimos en el Z790, como por ejemplo el soporte exclusivo de overclock junto a procesadores serie K.

Es el chipset más avanzado que tiene Intel ahora mismo en el mercado, y de momento el único compatible con Arrow Lake-S. Se espera que en el primer trimestre de 2025 empiecen a llegar nuevos procesadores y nuevas placas base LGA1851 con chipsets B860, que se utilizarán para crear modelos de gama media más económicos, y chipsets H810, que darán vida a placas base de gama baja.

A continuación vamos a compartir con vosotros un desglose de los tres grandes niveles de chipsets que podemos encontrar actualmente en el mercado de consumo general, y veremos sus características más importantes.

  • Nivel básico: podemos encontrar los chipsets H110, H310, H410, H510 y H610. No soportan configuraciones multiGPU y tienen una configuración baja de líneas PCIE (hasta 12 líneas) que, además, es de tipo 2.0 en la serie H110. Esto puede afectar al rendimiento de unidades SSD M.2 NVME. Sin embargo son una buena opción para equipos económicos, ya que la tarjeta gráfica utilizará las 16 líneas del procesador. No soportan la tecnología Intel Optane.
  • Nivel intermedio: subimos un peldaño y nos encontramos a las series B250, B360, B460, B560, B660 y B670, y también las series H170, H270, H370, H470, H570, H670 y H770. En general mejoran la cantidad de líneas PCIE disponibles (hasta 24), así como el número máximo de puertos USB y los conectores SATA integrados. Soportan funciones avanzadas, como Intel Optane y también Intel Rapid Storage Technology, entre otras. Los chipsets B560 y H570 han introducido soporte de overclock de la memoria RAM, y esto se ha mantenido hasta las generaciones más actuales.
  • Nivel alto: aquí se agrupan los chipsets serie Z170, Z270, Z370, Z390, Z490, Z590, Z690, Z790 y Z890. Permiten montar configuraciones multiGPU, aumentan también la cantidad de líneas PCIE (hasta 28), así como los puertos USB y los conectores SATA. Mantienen la presencia de tecnologías avanzadas, como Thunderbolt 4 en los Z890, y cuentan, además, con soporte de overclock a nivel de CPU y de memoria, algo fundamental si vamos amontar un procesador serie K, ya que estos vienen con el multiplicador desbloqueado.

Reglas generales que nos servirán como referencia:

  • Los Core i3 y Core i5 no K funcionarán sin problemas con placas base de nivel básico en la mayoría de los casos.
  • Los Core i5-12600, Core i5-13600, Core i5-14600 y superiores deberían ir acompañadas de una placa base económica de nivel intermedio.
  • Los Intel Core i7 y superiores deben ir acompañados de una buena placa base de gama media.
  • Los procesadores Core serie K deben ir con una placa base de gama alta con chipset Z. Debemos prestar especial atención al VRM para evitar que se produzcan cuellos de botella por culpa de este componente.

Todo lo que hemos dicho anteriormente sobre los chipsets Intel se puede trasladar, aunque con ciertos matices, a los chipsets de AMD, y es que la compañía de Sunnyvale ha apostado por un enfoque distinto, haciendo que su plataforma AM4 sea más longeva y más actualizable, siempre que hayamos instalado las últimas BIOS disponibles. Este valor se ha trasladado también al socket AM5, que tendrá soporte como mínimo hasta 2026.

Así, bajo el socket AM4 se agrupan una enorme cantidad de procesadores y de APUs de diferentes generaciones que funcionan sin ningún problema. Los chipsets serie 300 permiten montar procesadores y APUs basados en Zen, Zen+ y Zen 2, y a partir de una placa base con chipset serie B450 podemos montar APUs y procesadores basados en la arquitectura Zen 3. Si queremos montar un procesador basado en la arquitectura Zen 4 o en la arquitectura Zen 5 necesitaremos una placa base con socket AM5.

Con todo, es importante tener presente que si vamos a montar un Ryzen 9 3900X, un Ryzen 9 3950X, un Ryzen 9 5900X, un Ryzen 9 5950X, un Ryzen 9 7900X, un Ryzen 9 7950X, un Ryzen 9 9900X o un Ryzen 9 9950X necesitaremos una placa base con un buen VRM, y con un sistema de refrigeración bastante potente, ya que de lo contrario podríamos comprometer la integridad del procesador, y de la placa base. Muchos fabricantes listan qué procesadores son realmente viables en este sentido, así que en caso de duda, contactad con ellos


Tened en cuenta que el chipset serie 600 es el que utilizan la plataforma AM5, y que recientemente esta familia se ha ampliado con los X870 y X870E, que son chipsets de gama alta. Dentro de unos meses llegarán también otros chipsets de gama media y gama baja, los B850 y B840. 

En el cuadro adjunto podéis encontrar todas las claves y las diferencias que existirán entre todos los nuevos chipsets que formarán la serie 800 de AMD. Los X870 y X870E son la gama alta, el B850 es gama media y el B840 es gama baja, lo que significa que este es el que se utilizará con las placas base más económicas.

Ahora que tenemos todo eso claro, vamos a ver un desglose completo de los niveles en los que se agrupan los chipsets más importantes de AMD que se comercializan actualmente:

  • Nivel básico: se encuadran los chipsets A320, A520 y A620, utilizados en las placas base más económicas de AMD con socket AM4 y AM5. No soportan overclock a nivel de CPU, pero sí que permiten hacer overclock en la memoria, y con ellos podemos utilizar sin problemas tarjetas gráficas en configuración PCIE x16 y unidades SSD M.2 con interfaz NVME PCIE x4.
  • Nivel medio: aquí posicionan los chipsets B350, B450, B550 y B650. Los cuatro permiten hacer overclock, soportan configuraciones multiGPU (aunque de forma limitada) y ofrecen prácticamente las mismas características clave, aunque podemos encontrar algunas diferencias importantes, ya que el segundo es compatible con funciones avanzadas como Precision Boost Overdrive y Store MI. Los modelos con chipset B550 y superiores soportan el estándar PCIE Gen4, y el chipset B650 puede ofrecer soporte del estándar PCIe Gen5 (en unidades de almacenamiento, es opcional para los fabricantes).
  • Nivel alto: en esta posición se encuadran los chipsets X370, X470, X570, X670-X670E y X870-X870E. Soportan overclock y configuraciones multiGPU. Encontramos diferencias más importantes entre ellos que ya no se limitan al soporte de Precision Boost Overdrive y Store MI, presentes en las placas X470 y X570, sino que también se extienden al soporte del estándar PCIE Gen4, presente únicamente en las placas base X570, ya que fue deshabilitado en los modelos X470 compatibles. Las placas con chipset X670 y X870 soportan PCIe Gen5 a nivel de GPU y de unidades de almacenamiento.

Reglas generales que nos servirán como referencia:

  • Los procesadores Ryzen 3 y Ryzen 5 funcionarán sin problemas en una placa base de nivel básico.
  • Los Ryzen 7 suelen funcionar sin problema con placas base de nivel básico, pero lo ideal sería montar una placa base de nivel medio económica.
  • Los Ryzen 9 deben ir con placas de gama media de calidad que tengan un buen VRM, o con placas base de gama alta en función de nuestras necesidades.

¿Qué placa base elegir? Consideraciones previas y recomendaciones

Con todo lo que os hemos explicado hasta el momento, ya tenemos una base bastante sólida como para lanzarnos a comprar una nueva placa base. Sin embargo, antes de dejaros con nuestra lista de recomendaciones, quiero compartir con vosotros una serie de matices importantes que también deben formar parte de ese «punto de partida» sobre el que fundar la compra de dicho componente.

Lo primero que debes tener claro es que no necesitas comprar una placa base de 400 o de 500 euros. Estas placas base no ofrecen, en la mayoría de los casos, nada que justifique realmente la inversión que representan frente a una placa de 300 o de 200 euros, de hecho, en muchos casos también es complicado justificar la compra de una placa base de 200 euros o más, sobre todo ahora que podemos encontrar modelos de gama media con un excelente nivel de prestaciones por menos de 200 euros.

En segundo lugar, hay que recordar que las tecnologías multiGPU (SLI y CrossFire) ya no tiene soporte oficial y que pasaron «a mejor vida» hace un tiempo. Por otro lado, la mayoría de los usuarios tampoco van a utilizar una ingente cantidad de conectores SATA III, de ranuras M.2 ni de puertos USB. Por tanto, justificar la compra de una placa base alrededor de esos elementos, cuando no los vamos a utilizar, es un error que debemos evitar.

Ahora sí, estamos listos para entrar a ver nuestra selección de placas base. Como en ocasiones anteriores, nos hemos centrado en aquellos modelos que ofrecen un buen valor precio-prestaciones, y nos hemos limitado a aquellas que son compatibles con los procesadores actuales de Intel y de AMD, es decir, con aquellos que no han sido descatalogados, pero hemos omitido también aquellos que, por cuestión de precio, no tienen sentido, como los procesadores Core de novena generación e inferiores, que cuestan más caros que los modelos más potentes de gama superiores.


Fuentes:

https://www.muycomputer.com/2024/11/15/placa-base-elegir-guia-intel-amd/


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