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PostHeaderIcon La historia detrás de la creación de WhatsApp


Cuando Jan Koum (a la derecha de la imagen) firmó el acuerdo de USD$19 mil millones con Facebook, lo hizo en un lugar bastante significativo para él. Koum, el co-fundador Brian Acton (a la izquierda) y el inversionista Jim Goetz condujeron desde Sequoia hasta un edificio abandonando donde Koum alguna vez debió hacer fila para buscar cupones de alimentos. Ahí es donde los tres firmaron el acuerdo para vender su fenómeno de mensajería instantánea móvil a la red social más grande del mundo.







Koum, que según Forbes es dueño de 45% de WhatsApp y por lo tanto vale aproximadamente USD$6.8 mil millones – nació y creció en una pequeña villa en las afueras de Kiev, Ucrania. Era hijo único de una ama de casa y un gerente de construcción. En su hogar no había agua caliente y sus padres muy rara vez usaban el teléfono en caso de que estuviese intervenido por el estado. Pese a lo horrible que suena esa vida, Koum dice que a veces aún extraña la vida rural que alguna vez vivió.

A sus 16 años, Koum y su madre inmigraron a Mountain View como resultado de un ambiente político complicado y antisemita. Su padre nunca logró irse con ellos. La madre de Koum llenó sus maletas con lápices y una pila de 20 cuadernos entregados a ellos por los soviéticos para evitar pagar por útiles en Estados Unidos. Ella trabajó de niñera y Koum barrió el piso de una tienda de comestibles para ayudar a pagar cuentas a fin de mes. Cuando a su madre le diagnosticaron cáncer, vivieron de su pensión de invalidez.

Koum acostumbraba meterse en problemas en el colegio pero a los 18 años aprendió por su cuenta sobre las redes computacionales mediante la compra de manuales de una tienda de libros usados, los que regresaba cuando terminaba de leerlos. Se unió a un grupo de hackers llamado w00w00 en la red de chat Efnet, entró a los servidores de Silicon Graphics y conversó con el co-fundador de Napster, Sean Fanning. 

Se matriculó en San Jose State University y trabajó probando la seguridad en Ernst & Young. En 1997, se encontró sentado frente a Acton, un empleado de Yahoo de 44 años, para inspeccionar el sistema de publicidad de la compañía. “Se notaba que él era diferente,” recuerda Acton. “Era my sensato, preguntaba ‘¿Cuáles son sus políticas acá? ¿Qué haces acá?’ Otros trabajadores de Ernst & Young usaban tácticas como regalar botellas de vino. Vamos al grano mejor.”

Resultó ser que a Koum también le agradaba el estilo directo de Acton: “Ninguno de nosotros tiene la habilidad de convencer con estupideces,” dice Koum. Seis meses después Koum fue a una entrevista en Yahoo y consiguió empleo como ingeniero de infraestructura. Aún estudiaba en la universidad cuando a las dos semanas de su nuevo trabajo uno de los servidores de la compañía falló. El co-fundador de Yahoo, David Filo lo llamó a su celular para pedir ayuda. “Estoy en clases,” respondió Koum de forma discreta. “¿Qué demonios estás haciendo en clases?,” fue la respuesta de Filo, “Trae tu trasero a la oficina.” Filo tenía sólo un pequeño equipo de ingenieros de servidores y necesitaba toda la ayuda posible. “De todas formas odiaba la universidad,” relata Koum, y la abandonó.

El año 2000 la madre de Koum murió y él quedó solo. Él recuerda que Acton se acercó y le ofreció apoyo en ese momento.

Durante los próximos años ambos vieron cómo las acciones de Yahoo sufrían altos y bajos. Acton invirtió en el boom del puntocom y perdió millones en la quiebra del año 2000. Ambos odiaban la publicidad y no disfrutaron mucho su tiempo en Yahoo. Finalmente el año 2007 dejaron la compañía y tomaron un año de descanso, viajando por Sudamérica. Ambos postularon a trabajos en Facebook y fueron rechazados. “Somos parte del club de rechazados de Facebook,” bromea Acton.

Koum estaba gastando sus ahorros de USD$400.000 por su trabajo en Yahoo e iba rumbo a la quiebra. Pero en enero de 2009 se compró un iPhone y se dio cuenta que la App Store (de apenas 7 meses de edad en ese entonces) pronto generaría una nueva industria de aplicaciones. Visitó a Alex Fishman, un amigo ruso suyo. Ambos pasaron horas discutiendo la idea de Koum para crear una nueva aplicación.

Fishman recuerda que Jan le mostró su libreta de contactos del celular. “Él pensaba que sería genial tener estados al lado de los nombres individuales de las personas,” cuenta. Los estados mostrarían si estabas en medio de una llamada, si tenías poca batería o si estabas ocupado. Koum podía hacer el código backend pero necesitaba a un desarrollador de iPhone. Fue ahí cuando Fishman le presentó a Igor Solomennikov, un desarrollador en Rusia que había encontrado por medio de RentACoder.com

La elección del nombre WhatsApp fue casi inmediata porque sonaba como “What’s up?” (Traducción: ‘Qué cuentas’) y una semana después incorporó a WhatsApp Inc. en California.

Koum era un hombre muy meticuloso. La aplicación aún ni se había escrito y él pasaba días creando un código backend para sincronizar la app con cualquier número de teléfono en el mundo.

La primera versión de WhatsApp se cerraba sola o se quedaba pegada y cuando Fishman la instaló en su teléfono, sólo un grupo de toda su lista de contactos la había descargado también. Fishman repasó los problemas y Koum tomó notas en uno de los cuadernos que habría traído años antes consigo. Un mes después Koum admitió que probablemente debiese rendirse y buscar un trabajo. Acton le dijo, “Serías un idiota si te rindes ahora. Dale un par de meses más.”

Fue una gran ayuda el que Apple lanzará las notificaciones push en junio de 2009, permitiendo que los desarrolladores envíen notificaciones a los usuarios cuando no estaban usando una app. Jan actualizó WhatsApp para que cada vez que cambiaras tu estado enviara una notificación a todos los miembros de tu red.

“En algún momento se convirtió en una especie de mensajería instantánea,” dice Fishman. Empezaron a usarlo para escribirse mensajes. Jan observó los estados cambiantes desde su casa en la ciudad de Santa Clara y se dio cuenta que sin haberlo planeado había creado un servicio de mensajería. “Ser capaz de llegar a otra persona al otro lado del mundo en un instante, desde un dispositivo que siempre puedes llevar contigo fue algo poderoso,” relata Koum.

Ambos se sentaron en la mesa de la cocina de Acton  y comenzaron a enviarse mensajes uno al otro desde WhatsApp, con la ya famosa marca que mostraba que el otro teléfono había recibido el mensaje. Acton se dio cuenta que tenían en frente una experiencia de SMS potencialmente más rica y efectiva que los mensajes multimedia para enviar fotos y otros medios.

Acton y Koum trabajaban en el Red Rock Café, donde pasaron mucho tiempo haciendo anotaciones y escribiendo modificaciones. En octubre Acton logró que cinco amigos ex – trabajadores de Yahoo invirtieran USD$250.000 en capital semilla y como resultado obtuvo la condición de co-fundador. Se incorporó oficialmente el 1 de noviembre.

Ambos se vieron inundados de correos de usuarios de iPhone, emocionados por la posibilidad de enviar mensajes de texto gratuitos e internacionales y desesperados por Whatsappear a sus amigos con otras marcas de celulares. Koum contrató a un amigo que vivía en Los Ángeles, Chris Peiffer para crear una versión de WhatsApp para BlackBerry. “Yo era escéptico,” recuerda Peiffer, pero Koum logró convencerlo.

Por medio de su red de Yahoo encontraron una startup que subarrendaba algunos cubículos. La otra mitad del edificio la ocupaba Evernote, quienes eventualmente los echaron para usar todo el edificio. En ese entonces ni siquiera tenían un letrero de WhatsApp para su oficina.

Koum y Acton trabajaron gratis durante los primeros años, pero el mayor costo era el enviar mensajes de texto de verificación a los usuarios. Usaron servicios de SMS como Click-A-Tell, que enviaba mensajes a Estados Unidos por 2 centavos pero al Medio Oriente por 65 centavos. Hoy los SMS de verificación le cuestan a la empresa unos USD$500.000 al mes. En ese entonces los costos no eran tantos pero eran suficientes como para vaciar la cuenta bancaria de Koum. Afortunadamente WhatsApp gradualmente estaba generando ganancias, aproximadamente USD$5.000 al mes a comienzos del 2010, suficiente para cubrir los costos. Posteriormente en diciembre de 2009 actualizaron WhatsApp para iPhone permitiendo el envío de fotos y se sorprendieron al ver el crecimiento de usuarios incluso cobrando un dólar.

A principios del 2011 WhatsApp formaba parte del Top 20 de todas las aplicaciones del App Store en Estados Unidos. Alguien le preguntó a Koum por qué no le hablaba a la prensa sobre esto. “El marketing y la prensa levantan polvo,” respondió. “Se mete en tus ojos y no permite que te centres en el producto.”

Dos años después, el año 2013 la base de usuarios de WhatsApp había aumentado a 200 millones de usuarios activos y su personal a 50 personas. Acton y Koum estuvieron de acuerdo en que era momento de recaudar más dinero. Decidieron realizar una segunda ronda de financiación, en secreto. Sequoia invertiría otros USD$50 millones, otorgándole a WhatsApp el valor de USD1.5 mil millones.

Hoy la aplicación es usada por más de 450 millones de personas y su popularidad sigue en aumento.

Fuente en inglés: forbes.com · 

Fuente:
http://starterdaily.com/articulos/2014/02/20/historia-whatsapp/

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